sábado, 18 de abril de 2015

Descompresión





















Esa tarde después que conversamos sentí que me sumergía en un liquido espeso, que mi pecho se apretaba hasta asfixiarme. Me costaba tragar, incluso la mecánica tarea de respirar producía un dolor en mi pecho que jamás había experimentado, como si tuviera arena deslizándose a grandes velocidades por la garganta. No, no eran celos, anteriormente los había vivido y sabía perfectamente como se sentían. Esta vez era tristeza, una honda y profunda tristeza, como si de repente en medio de un viaje maravilloso me hubieran abandonado en medio de una carretera al anochecer. Pero al fin y al cabo era bueno, solo era tristeza, cerrando los ojos al mundo agradecí. Esa noche me sumergí en la cama con serenidad, era como ir bajando poco a poco en el océano sin descompresión, había dolor pero una infinita calma porque era tristeza lo que ahogaba mi alma y no el torturante yugo de los celos.




No hay comentarios:

Publicar un comentario