viernes, 17 de abril de 2015

Gran Sabana

























Eran como las 4:30 de la tarde cuando nos accidentamos, hacia un clima perfecto, y yo tenía el alma en paz. Veníamos de un hermoso paseo por la sabana y yo no dejaba de pensar en mi amor, me preguntaba si todo esto valía la pena, la soledad, la paciencia, la sensación de aridez. Sentía los minúsculos granos de arena en la boca, sed mucha sed, tome un botellón de agua y luego de un par de preguntas a los guías supe que la cuestión iba pa' largo así que mientras los hombres y el par de militares que se pararon en su jeep a auxiliarnos se hacían cargo del carro,  procedí a explorar la sabana.  Mientras ascendía por la colina se dibujaba este paisaje -describirlo seria redundar- mis ojos maravillados no podían creer lo que veían y mi corazón sobresaltado solo me pedía que escribiera poesías para él. Sin mucho esfuerzo ya en la cima, divise un árbol y a su sombra me arrope, el tronco estaba tibio de los rayos del sol que había recibido, como los besos que recordaba de él. Allí en la inmensidad de la llanura, supe que era de él. Me respondí la pregunta que tanto me perturbaba: ¿realmente estas enamorada? Ya lo sabia, estaba segura. Ahora como hacerle entender que no debía tener miedo que mi soledad no era fuga, sino un imán inmenso hacia él. Pero esa es otra historia que algún día contaré.

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